vejez

Calígula

Don Antonio Camacho siempre estaba de cuerpo presente cuando entrabamos al aula, sin excepción, como un pastor esperando a su rebaño, pues era madrugador y exigente con la puntualidad; jamás llegaba tarde. No obstante, esa higiene temporal no compensaba sus manchas de sudor en las axilas, ni su pelo pringoso en el que se reflejaba […]

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