relatos tiernos

¡Ay, Candela!

Y me despierto sudoroso; no hay cigüeñas en la habitación, ni veo a Hans Christian Andersen mascando chicle, pero sé, como cuando el menisco me avisa de que la lluvia está al caer, que el día señalado ha llegado. Y esa noche soñé, soñé mucho, soñé raro, me ensoñé, sin viajes astrales, pero sí en […]

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